Julio Verne ya tiene su lugar en Suiza

El Museo de la ciencia-ficción, de la utopía y de los viajes extraordinarios, la ‘Maison d’Ailleurs’ de Yverdon, inauguró un museo bautizado con el nombre del célebre escritor francés, que rinde homenaje al imaginario, los libros y los prototipos vernianos.
Julio Verne se hubiera sentido como en su casa: paredes tapizadas de libros, una estufa antigua, maquetas de artefactos; el ambiente del lugar que lleva su nombre hubiera, sin duda, conjugado con su inspiración.
Pie de foto: El capitán Nemo atracó a orillas de Yverdon, en la Suiza francófona, donde podrá seguir su itinerario imaginario. (Ilustración de Riou)

Y eso más aún siendo el lugar una dependencia de la ‘Maison d’Ailleurs. Fundada en 1976 en Yverdon, en el cantón de Vaud, por el escritor y enciclopedista francés Pierre Versins, este museo es el único de su género en Suiza.

Desde que se estableció en el museo un espacio dedicado a la obra de Verne, Michel Strogoff, Philéas Fogg o el capitán Nemo tienen ahora allí su derecho de residencia. Con su decisión de donar su colección de Julio Verne a la villa en 2003, Jean-Michel Margot ha dado el impulso decisivo hacia la ampliación del museo.

Domiciliado hoy en Estados Unidos, este geólogo, documentalista e informático suizo ha coleccionado durante más de cincuenta años todas las piezas que tienen alguna relación con el escritor nantés: ediciones raras o únicas, carteles, documentos audiovisuales, juguetes, artículos críticos; su pasión lo ha llevado a reunir unos 20.000 objetos.

Enciclopedismo
«Encierre a un estudiante en el Espacio Julio Verne. Saldrá de ahí con una tesis.» Ésta es la promesa que gustan reiterar Jean-Michel Margot y Patrick Gyger, el conservador de la Maison d’Ailleurs.

Para él, la colección Margot se inscribe idealmente en el museo porque la ciencia-ficción se debe a Julio Verne. «Su obra es un proyecto global de la descripción del mundo. Lleva además el subtítulo ‘Los mundos conocidos y desconocidos'», destaca Patrick Gyger. «Esta visión holística nos ha interesado en especial. Refleja la tarea increíble que se ha endorsado el siglo XIX, es decir, acceder a la totalidad de los conocimientos.»

Hombre de su época, Julio Verne estaba impregnado de este espíritu enciclopédico que ha contribuido a perpetuar. A partir del momento en el que la ciencia y las tecnologías comenzaron a levantar el vuelo, quiso efectivamente despertar el interés de las masas por medio de la ficción.

En cuanto al calificativo de visionario que se le atribuye con frecuencia —gracias sobre todo a las descripciones de vehículos como el Epouvante, un aparato multifuncional que podía transportar a los pasajeros sobre y en el agua, al igual que en el aire y sobre tierra—, el modesto escritor lo recusaba.

«Mi objetivo no era el de profetizar, sino el de aportar a los jóvenes conocimientos geográficos, cautivándolos de la manera más interesante posible», escribió por ejemplo en 1902, tres años antes de su muerte.

El nuevo Espacio Julio Verne (Del-Curto)

Ediciones de lujo
Es un enfoque que aún hoy seduce a los lectores. «Después de su visita con ocasión de la inauguración el pasado sábado, muchos de entre ellos tenían ganas de volver a leer a Julio Verne. Los libros puestos en venta desaparecieron enseguida», releva Patrick Gyger.

El nuevo Espacio posee un fuerte poder sugestivo. Desde el museo, se accede a él a través de una pasarela aérea vidriada y desarticulada. La sala de espectáculos en el antiguo casino de la villa aún posee las butacas originales, en las cuales los visitantes pueden acomodarse para ver extractos de emisiones radiofónicas o televisivas consagrados al autor francés.

Enfrente, en lo que queda del escenario, trona el gran affichotron. Este gigantesco sistema de cremallera, realizado por el productor de autómatas suizos, François Junod, refleja la fascinación del siglo XIX por la máquina. Permite hacer desfilar verticalmente los carteles y las reproducciones de los grabados que adornaban las novelas vernianas.

Asimismo impregnadas del espíritu de su tiempo, estos grabados son un testimonio de la genialidad del famoso editor Pierre-Jules Hetzel, que, además de Julio Verne, ha editado los nombres más grandes de la literatura decimonónica francesa, de Balzac a Zola. Para hacer del libro un objeto del deseo, decidió reunir a ilustradores y escritores.

Es así como la obra los Viajes extraordinarios será publicada en los folletines, pero también en los libros en gran formato. Popularizada con cubiertas ricamente ilustradas de rojo, azul y oro, sus libros se han convertido hoy en objetos codiciados por los coleccionistas.

La herencia verniana de las revistas pulps
En la biblioteca del Espacio Julio Verne, que aloja también numerosas obras emblemáticas de la literatura de viaje, las ediciones lujosas de Hetzel están colocadas al lado de las revistas pulps. De buen precio, estas publicaciones fueron muy populares en Estados Unidos en la primera mitad del siglo XX.

Estas revistas, que deben su nombre al papel de escasa calidad en el que se imprimían (woodpulp, voz inglesa para ‘pulpa de madera’), pronto se especializaron. Y las ediciones especializadas en ciencia-ficción encontraron su figura titular en Julio Verne, cuyas novelas se presentaban al lado de las de H. G. Wells.

Mientras su Francia natal pasó de él —no será rehabilitado en ese país hasta en los años 50—, el autor de La vuelta al mundo en ochenta días siguió su itinerario en el imaginario humano en el otro lado del Atlántico; lo cual demuestra al mismo tiempo que la literatura es el mejor método para conseguir la inmortalidad.

* swissinfo, Carole Wälti
(Traducción del francés: Antonio Suárez Varela)

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JULIO VERNE

Nacido en Nantes en 1828, Julio Verne está destinado a la profesión de abogado que desempeña su padre. Sin embargo, Verne acaba prefiriendo el mundo del teatro y de la ópera.

Tras algunos éxitos, empieza a redactar novelas de aventura y lee a Edgar Allan Poe.

Gracias a numerosas visitas a la Biblioteca Nacional, se apropia el vocabulario científico y se da por objetivo despertar el interés del público por la ciencia.

En 1862, Julio Verne entrega al editor Pierre-Jules Hetzel su novela Cinco semanas en globo, que fue publicado un año más tarde y que conoció un tremendo éxito en Francia y en otros países.

Apasionado asimismo de la aeronáutica y de las profundidades marinas, Julio Verne escribió más de 60 novelas.

Entre los Viajes extraordinarios más famosos figuran el Viaje al centro de la Tierra (1864), Veinte mil leguas de viaje submarino (1870) y La vuelta al mundo en 80 días (1873).

Julio Verne murió en Amiens en 1905.

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ENLACES

Espacio Julio Verne (http://www.ailleurs.ch/index.php?s=fr&m=8)

Maison d’Ailleurs, Museo de la ciencia-ficción, de la utopía y de los viajes extraordinarios (http://www.ailleurs.ch/index.php?s=fr)
Centro Internacional de Julio Verne en Amiens (http://www.cijv.fr/index.php) 

Un poeta hispano-suizo renueva la literatura dialectal

Es hijo de una santanderina, se crió en Langenthal, trabajó siete años como albañil y estudió literatura española. Pedro Lenz es uno de los poetas suizos más conocidos. Este año recibió el premio cultural de la ciudad de Berna.


Pie de foto: Pedro Lenz en su despacho en el barrio Lorraine en Berna. (Keystone)

Lenz no se contenta con un solo registro. Es poeta, columnista, escritor de teatros, relatos y novelas. Su lengua es el dialecto, su estilo el monólogo, su contexto lo local, y sus protagonistas son gente como tú y yo.

«Mi madre es española y mi padre hablaba muy bien el castellano. En casa hablábamos el castellano. El dialecto suizo-alemán lo fui aprendiendo en la escuela. Más tarde aprendí el alto alemán». Así describe el autor bernés cómo se apropió de las lenguas que le rodeaban desde la infancia y que le acompañan hasta hoy.

A los 16 años empezó el aprendizaje de albañilería y trabajó durante siete años en la construcción. Fue en ese período cuando sintió la necesidad y el ímpetu de escribir. Y consciente de que le faltaba la base para redactar relatos literarios, decidió hacer el bachillerato para estudiar literatura.

Durante el estudio de la literatura española se familiarizó con las obras de autores como Francisco Umbral, Josep Plà y César González Ruano, que le introdujeron en el arte de escribir columnas, o de novelistas como Juan Marsé, que le sirvieron de modelo para encontrar su propio estilo.

«Podía leer a esos autores españoles durante noches enteras, me levantaba al día siguiente y me ponía a escribir, sin incurrir en el desliz de copiar su estilo, porque mi lengua de escritura es el alemán», puntualiza.

« El sentimiento de ser forastero me proporcionó una mirada muy desvelada sobre la lengua. »

Pedro Lenz Un cronista de lo provincial
Pedro Lenz trabaja actualmente en su primera gran novela con el título provisional Inland, que se publicará el año que viene. Este año recibió el premio de literatura de la ciudad de Berna y fue el único autor suizo nominado para el certamen literario Ingeborg Bachmann, que se celebró el pasado junio en la ciudad austríaca de Klagenfurt.

Sus relatos, que a lo largo de los últimos años ha presentado en un sinfín de veladas en toda Suiza, narran la historia de figuras aparentemente sacadas de la realidad cotidiana. Pero Lenz admite que la redacción es un proceso altamente artificial y que sus protagonistas son creaciones ficticias.

Eso no quita que sus protagonistas no compartan ciertos rasgos con personas que ha observado en el día a día.

La cotidianidad como contexto
Sus figuras suelen contar andanzas personales, existencias penosas, problemas familiares, y dan mil rodeos antes de llegar al grano. La memoria es un concepto clave en este novelista de Langenthal.

«Primero me interesa descubrir el habla cotidiana de la gente. Con frecuencia observo que suele hablar de forma repetitiva y retrospectiva, sobre todo la gente mayor. Habla de mil cosas diferentes hasta que llega al argumento esencial. Yo intento recrear esta forma narrativa.»

El humor como lubrificante
Pedro Lenz no pertenece a la clase de bohemianos que se levantan a las once de la mañana para pasear por la ciudad y buscar la inspiración en un ocioso quehacer. Es un escritor disciplinado. A las 8h30 ya está en su despacho y empieza a trabajar. Redacta una media de 3 páginas por día.

Su vena bohemiana la disfruta cuando se reúne con sus autores compañeros, mientras viaja en tren a una velada literaria o al regresar de una. Es en esos momentos cuando percibe situaciones diarias que le inspiran.

«Una vez oí hablar a un portero que reprendió a un niño por una travesura. Mientras lo estaba reprimiendo, empezó a hablar de problemas personales. Enseguida me di cuenta que ésta podía ser una situación de arranque para un relato.»

«Escribí un texto sobre un hombre, que narra un cuento a los niños. Y mientras está hablando de una princesa, se sale de la narración para denostar a los famosillos de la prensa rosa. De repente se despista otra vez para hablar de su novia que lo dejó y de lo duro que eso fue para él.»

«El protagonista se aparta de la estructura narrativa para contar cosas personales, lo cual confiere al relato una nota humorística. El humor y la tragedia son dos cosas que se compenetran. Nunca utilizo el humor para expresar agudezas, sino más bien como lubrificante para contar hechos trágicos.»

« Yo creo en la oralidad de la literatura. »

Pedro Lenz Lengua y oralidad
Las figuras de Pedro Lenz suelen ser narradores en primera persona. Una de las formas literarias más recurrentes en la obra de este autor, de 43 años, es el monólogo.

«El monólogo es una forma muy gratificante para las veladas literarias, porque me permite hablar desde la perspectiva de mis protagonistas. Esto implica, desde luego, que uno se puede identificar con sus figuras. Pero la ventaja es la inmediatez de la oralidad porque falta la instancia del narrador», explica.

La oralidad es un tema crucial para Lenz. «Me permite acercarme de forma directa a un público no tan instruido. Me parece muy interesante hacer literatura tanto para los interesados como para los inexpertos. Hay mucha literatura que es difícil de comprender para gente con una formación modesta. Quiero que el umbral de accesibilidad a mis textos sea lo más bajo posible para que todo el mundo tenga la oportunidad de conocerlos. Al mismo tiempo me gusta incluir finezas que pueden gustar al lector conocedor», recalca.

El dialecto como medio para crear inmediatez
Para transmitir la inmediatez de los diálogos de sus protagonistas, Pedro Lenz prefiere recurrir al dialecto. El dialecto bernés es considerado como uno de los idiomas más placenteros de la Suiza de expresión alemana, donde el suizo-alemán es el idioma que la gente suele hablar tanto en la calle, como en casa y en el trabajo.

«El dialecto es una posibilidad para hacer literatura con el idioma que utilizamos cada día. Hay gente que desprecia la literatura dialectal porque la considera una letra provincial. A esa gente hay que recordar que hay más suizos que hablan el dialecto que eslovenos el esloveno o lituanos el lituano», concluye.

* swissinfo, Antonio Suárez Varela, Berna (18 oct. 2008)

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PEDRO LENZ

Pedro Lenz, hijo de madre española y padre suizo, nació en Langenthal, en 1965. Actualmente vive en la ciudad de Berna.

En 1981 completó la formación como albañil. En 1995 aprobó la selectividad. A continuación estudió varios semestres Literatura Española en la Universidad de Berna.

Lenz trabaja como poeta, escritor y columnista para el semanario WOZ y los diarios Der Bund y Langenthaler Tagblatt.

El autor es miembro de los proyectos teatrales ‘Hohe Stirnen’ (‘Frentes altas’) y del grupo de recitales de performance ‘Bern ist überall’ (‘Berna es ubicua’).

Ha escrito obras de teatro, ha producido programas para la radio suiza DRS y ha editado varios audiolibros.

Publicaciones:

– Das kleine Lexikon der Provinzliteratur, ed. Bilgerverlag, 2ª edición junio, Zúrich, 2008 [Pequeño léxico de la literatura provincial]
– Angeri näh Ruschgift. Monologe der Leidenschaft, ed. Der Gesunde Menschenversand, Berna, 2007 [Otros toman drogas: monólogos de la pasión]
– Im Kairo, ed. Der Gesunde Menschenversand, Berna, 2006
– I wott nüt gseit ha. Monologe des Kummers, ed. Menschenversand, Berna, 2004 [No quiero haber dicho nada: monólogos de la aflicción]
– Tarzan in der Schweiz. Gesammelte Kolumnen zur gesprochenen Sprache, ed. X-Time, Berna, 2003 [Tarzán en Suiza: compendio de columnas para la lengua oral]
– Die Welt ist ein Taschentuch. Gedichte von da, von dort und von drüben, ed. X-Time, Berna, 2002 [El mundo es un pañuelo: poemas]

Distinciones:

– Premio de cultura de la ciudad de Berna
– Nominación para el Premio literario Ingeborg Bachmann
– Beca de literatura de la ciudad de Berna para estancia en Glasgow (Escocia)
– Premio de cultura de la ciudad de Langenthal
– Premio de las artes menores Goldener Biberfladen de Appenzell
– Premio de literatura de la Central Suiza de Formación Obrera

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ENLACESPedro Lenz (http://www.pedrolenz.ch/)
Hohe Stirnen (http://www.hohestirnen.ch/)

La fascinante historia del Cebiche

Existe consenso en el ámbito de la Gastronomía Mundial, sobre el hecho de que la Cocina Peruana es uno de sus pilares.

Igual que las cocinas Española, Francesa, Italiana, y China. La Cocina Peruana ha formado veta de extraordinarias características.

Su tradición milenaria, sus exclusivos ingredientes, el aporte de inmigrantes europeos, africanos y asiáticos, en un muy especial proceso de aculturación. Han creado una Cocina Criolla muy sabrosa, olorosa y colorida, que es la admiración del mundo entero.

En nuestro proceso de investigación, realizamos una encuesta para determinar, cuál era la receta más representativa de la muy variada cocina peruana y la ganadora fue: EL CEBICHE. Por lo tanto nos encontramos frente al más famoso plato de uno de los representantes más importantes de la Gastronomía Mundial.

Por lo que resulta extraño el hecho de que no exista “Una” receta sino varias para el Cebiche, o si prefieren llamarlo de otra manera, no hay una receta oficial; ni siquiera una única fuente para su denominación. Algunos le dicen – como nosotros siguiendo a la Real Academia – CEBICHE, otros SEVICHE y existen CEVICHE, y en menor grado SEBICHE. Veamos que hemos podido reunir en nuestra investigación hasta la fecha.

REFERENTE AL NOMBRE Y ORIGEN
Algunos les atribuyen el origen del nombre, a los marineros ingleses que al llegar a los puertos peruanos degustaban un plato típico al que ellos llamaban “SEA BEACH” (Pescado en la Playa) y el nombre viene derivado de esa denominación.

Otra fuente señala, su origen de pescado “ENCEBOLLADO” con limón, y de la conjunción de estos dos conceptos nace el “ENCEBICHADO” y de allí el “CEBICHE”.

Algunos investigadores, como el historiador Juan José Vega, encuentran el origen de nuestro “SEVICHE” en la palabra árabe “SIBECH” – que es con la que se designa a la comida ácida – y relata cómo las mujeres moriscas que fueron tomadas como botín de guerra por los Reyes Católicos en Granada y que después llegaron al Perú acompañando a las huestes de Pizarro, agregaban zumo de naranjas agrias primero y después jugo de limón al pescado crudo con ají y algas que preparaban los peruanos prehispánicos.

Recordemos que algunos historiadores manifestaban que el limón es de origen árabe, otros historiadores dan como sitio de origen al África, específicamente de Ceuta y también existe influencia morisca en la arquitectura con los balcones y los jardines, así como en el vestuario con la famosa “Tapada Limeña”.

Otros encuentran la explicación para la denominación, de una actitud algo despectiva de las clases altas. Es sus orígenes el Cebiche era preparado con “Bonito” y era considerado como un plato exclusivo de pescadores, negros, zambos, indios y mestizos. El Bonito es un pescado que en el Perú tiene un fuerte sabor oleaginoso y al referirse al plato preparado con este pescado, decían “es como un Sebo” con cebolla y limón. De la conjunción de estos conceptos viene el nombre de “SEBICHE” y después “SEVICHE”.

Muchas veces, a través de la historia, aspectos del amor vienen relacionados con la comida. En el caso de este famoso plato peruano, el Cebiche, se le atribuye efectos afrodisiacos o “De levanta muertos”. Se dice que el nombre viene del concepto de “CEBO” “Para atrapar a los hombres” o “Pólvora con el que se ceba su arma de fuego” y este muy especial “Cebo” con Cebolla y Limón no podía llamarse de otra manera que “Cebiche”.

Nuestro amigo, el erudito y fino estudioso de la gastronomía Carlos Raffo Dasso, nos proporcionó otra fuente para la denominación, una más picante. Relata que los marineros ingleses que llegaban a los puertos peruanos con aftas en la boca, al saborear el delicioso Cebiche, exclamaban por el ardor que les producía el ají y el limón: “SON OF THE BITCH” o sus modismos “SOMABITCH” o “SONFABITCH” que sonaban como palabras incomprensibles para los nativos, que ofrecían su delicioso plato tratando de imitar esta palabra provocativamente…..”Quieren un Seviche”.

El historiador y amauta Dr. Javier Pulgar Vidal, afirma que el nombre de “Seviche” es muy antiguo y viene de la palabra “Viche” que quiere decir tierno en la antigua lengua “Chibcha” que se habla desde Panamá y abarcaba Colombia, Ecuador y el Norte del Perú. Su significado debería entenderse como pescado tierno o pescado fresco (recién pescado).

Lo cierto es que, ya se encuentra documentada la palabra “Sebiche” desde 1820, cuando la canción “La chicha” era cantada por nuestros soldados y decía: “Venga el Sebiche, la guatia, en seguida que también convida y excita a beber. Todo indio sostenga con el poto en mano que a todo tirano hay que aborrecer”.

Cabe notar que se la utilizaba la grafía “Sebiche” para nuestro tradicional plato, junto con la “Guatia” que es carne asada con diversas yerbas y “Poto” que es una voz quechua que denomina a una calabaza seca usada como vaso.

Hasta el siglo XVI la acepción etimológica señalaba a la palabra “Cebo” como alimento o manjar en primera acepción y como secundaria a la comida con que se atrae a los animales en la caza o pesca, es posible entonces que el “Cebiche” provenga de esta cantera.

El cronista Carlos Prince escribe en 1890: “El seviche” que es uno de los picantes favoritos; consiste en pedazos menudos de pescado o en camarones que, empapados en zumo de naranjas agrias, ají y sal, se maceran al cabo de unas horas por la acción cáustica del agria de la naranja”.

Juan de Arona, en su Diccionario de Peruanismos, menciona las delicias del picante peruano escribiendo “Seviche”.

De igual manera, Ricardo Alcalde Mongrut, “El Compadre Guisao” comenta al respecto: “En primer lugar y como cuestión previa, el seviche, el plato más apreciado de la culinaria costeña, se llama SEVICHE, no “ceviche”. Este infundió que debe decirse cebiche porque su nombre es derivado de la cebolla, que entra en su preparación, es un disparate marino, más grande que la bíblica ballena que tuvo a Jonás tres días en su dilatado vientre. Seviche escribió Don Ricardo Palma, Seviche escribieron Juan de Arona y Manuel Ascencio Segura, Ismael Portal y Karamanduka, Seviche pontificó el Corregidor Mejía y muchos otros escritores de enjundia y tuétano, criollos como una lavativa de jabón de pepita, escribieron y escriben seviche.

También se conoce el “Cebique” que es la comida que las aves llevan a sus polluelos, entonces es también posible que una amorosa cocinera lleve “Cebiche” a sus seres queridos.

Sea cualquiera la procedencia o la forma de llamarlo, lo cierto es que todos están de acuerdo que es un plato suculento, aromático, sabroso, chispeante, vigorizante y peruano.

* Textos por Jaime Ariansen, profesor de Gastronomia

El Arte de Wang Hui

Veamos algunas obras del arte Chino que data de los siglos 17:

“The Kangxi Emperor’s Southern Inspection Tour” , pintura que representa un viaje de inspección del emperador Kangxi en 1698
Photo: Mactaggart Art Collection, University of Alberta Museums, Edmonton

“Landscapes after Ancient Masters, Leaf F: Wang Hui, Cloudy Mountains, After Gao Kegong”. Este cuadro muestra lo accidentado de esa zona, después de los ancianos maestros y representa la niebla en las montañas. Corresponde al año de 1674.
Photo: Metropolitan Museum of Art

Arriba vemos otro cuadro sobre el viaje de inspección del emperador Kangxi en 1698.
Photo: Mactaggart Art Collection, University of Alberta Museums, Edmonton

Un detalle de las montañas que se resalta durante el viaje del emperador Kangxi en 1698
Photo: Metropolitan Museum